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Vicuña
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Vicuña

Nombre Científico: Vicugna vicugna
Grupo: Animales » Vertebrados » Mamíferos » Herbívoros
Mirado: 9929 veces
Localidad: La Paz

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La vicuña es el camélido más pequeño de Sudamérica. Tiene una apariencia grácil, de cabeza chica, cuello largo y ojos grandes. Sus patas son largas y delgadas; pesa entre 35 y 55 kilos y la altura a los hombros varía entre 70 y 90 cm. Presenta un pelaje de color café acanelado único; la parte ventral, el pecho y las partes internas de los miembros y cola son de color blanco. Su fibra es corta y es la más fina entre los camélidos y entre las fibras animales naturales (11-14 micras), los pelos del vientre y pecho son largos y gruesos y en esa parte se le forma una peculiar pechera (Cardozo 1954; Koford 1957). No hay diferencias visibles entre el macho y la hembra, aunque el primero puede ser un poco más grande (Wheeler 2006); es posible diferenciarlos principalmente por su comportamiento.
Se conocen dos subespecies geográficas de vicuña y ambas existen en Bolivia. La vicuña del norte Vicugna vicugna mensalis (Thomas, 1917) y la vicuña del sur o austral Vicugna vicugna vicugna (Molina, 1782). Las diferencias más notorias entre ambas son: el tamaño, el color del pelaje y el largo de la pechera. La vicuña del sur es un poco más grande, tiene una apariencia más clara debido a que el pelaje blanco del vientre asciende hasta casi la parte media de los costados del animal y los pelos de la pechera son más cortos (Wheeler 2006).

Comportamiento: La vicuña es un animal diurno y social. Básicamente, se diferencian dos grupos: i) los grupos familiares compuestos de 1 macho adulto, 2 ó más hembras y sus crías; estos grupos defienden un territorio a lo largo del año y, por lo general, desarrollan allí todas sus actividades. El macho es el que defiende el territorio y controla la salida o ingreso de las hembras y crías,
ii) las tropillas de machos que están conformadas principalmente por machos jóvenes y adultos solteros; no defienden territorio y se dice que son grupos abiertos por que los individuos pueden entrar o salir libremente. También se pueden observar vicuñas solitarias que, por lo general, son vicuñas viejas o enfermas (Koford 1957, Wheeler 2006).
La vicuña es una especie pastoreadora, pues se alimenta principalmente de pastos y hierbas no leñosas. Las hembras son maduras al año de edad pero por lo general se aparean en el segundo año, en cambio los machos recién pueden reproducirse a los 3-4 años de edad; la gestación dura entre 330 y 350 días y nace sólo una cría, siendo la época de nacimientos los meses de febrero a abril y la época de apareamiento posterior a éstos (Wheeler 2006).

Distribución: La vicuña se encuentra en los Andes centrales de Argentina, Bolivia, Chile y Perú; en 1986 fue introducida en Ecuador. En Bolivia se encuentra ampliamente distribuida en el altiplano de los departamentos de La Paz, Oruro Potosí y en forma menos continua en la región altoandina de estos departamentos y de Cochabamba y Tarija. La vicuña norteña es la que se encuentra distribuida en gran parte del altiplano y regiones altoandinas del norte y centro, mientras que la distribución de la subespecie austral se restringe a la parte más al sur del Altiplano, desde el Salar de Uyuni y regiones altoandinas, al sur de Potosí y oeste de Tarija. Ambas subespecies se sobreponen en el sector este del Salar de Uyuni, aproximadamente en el límite departamental entre Oruro y Potosí (MMAyA 2010).

Hábitat: La vicuña está restringida a la puna y la región altoandina, ocupando ambientes abiertos por encima de los 3300 m (Wheeler 2006). Los hábitats de preferencia son planicies o laderas con pastizales y/o vegetación arbustiva baja, así como los bofedales o vegas. Aunque la vicuña puede encontrarse en ambientes muy secos, es muy importante la presencia de cuerpos de agua, pues esta especie requiere beber agua en forma diaria (Wheeler 2006).

Estado de conservación: Actualmente la vicuña no está categorizada como una especie amenazada, dado que sus poblaciones se han recuperado notablemente en todo el rango de su distribución; sin embargo, en la década de los 60 estuvo a punto de extinguirse. Para el 2008 la población de vicuñas en los cuatro países ha sido estimada en 400.953 animales y en Bolivia se contaron 112.249 vicuñas durante el censo del año 2009 (MMAyA 2010). No obstante, la caza continúa siendo la principal amenaza para la especie así como la tendencia a manejar la especie en cautiverio o a realizar cruzas con alpacas (Lichtenstein et al. 2008). En Bolivia, además de la cacería furtiva se considera que la competencia con el ganado y el deterioro de los pastizales son factores que pueden influir en un mediano plazo en la especie.

Medidas de conservación: La vicuña es una de las pocas especies que ha tenido atención tanto a nivel nacional, regional como mundial. En Bolivia, existen disposiciones legales para su protección desde 1900, pero es a partir de la firma del Convenio para la Conservación de la Vicuña firmado en 1969 entre Perú y Bolivia, y al que posteriormente se incorporaron Argentina, Chile y Ecuador, que las medidas de protección tuvieron un mayor efecto. De una etapa de protección estricta, en 1979 se pasó a una fase en la que se inicia el aprovechamiento de la especie a partir la esquila de animales vivos; en Bolivia esta etapa se emprende experimentalmente en 1998.

La vicuña en el país cuenta con una normativa específica y su conservación se realiza bajo el Programa Nacional para el Aprovechamiento Sustentable de la Vicuña. Al presente, sus poblaciones se encuentran en tres grandes tipos de áreas: protegidas, con aprovechamiento, y sin manejo alguno; aunque en la mayor parte de las áreas protegidas se realiza su aprovechamiento para la obtención de la fibra. Una característica importante en el manejo de la vicuña en Bolivia es que éste se realiza en silvestría y su aprovechamiento es exclusivo de las Comunidades Manejadoras de Vicuña (CMV). Sin embargo, el manejo en silvestría por sí solo no garantiza su sustentabilidad, éste se ha centrado esencialmente en la obtención de fibra de la especie y se han descuidado otros aspectos; en este sentido es necesario encarar la conservación a la vicuña bajo un enfoque integral, reconociendo el valor ecológico de la especie y no solamente su valor económico.